domingo, 6 de febrero de 2011

Y mi tocho de comentarios

Bueno. Vamos allá:
Hace muchísimo tiempo que quería dar mi opinión sobre la jornada escolar en un “foro” (me refiero a un foro real, no solo de internet) adecuado. Me da que éste va a ser el adecuado.
Padre no, ya comeré huevos.
Maestro sí y educador y todos esos eufemismos que son eufemismos si no se cree en su significado real al pronunciarlos.
No voy a aportar estudios sobre la conveniencia de ninguna de las dos jornadas porque no los hay, al menos de peso.
Aportaré la experiencia recogida al respecto. Qué mejor estudio que el hechoo con tus propios ojos, oídos y sobre todo conocimiento.
La jornada, como absolutamente todo, se tendría que adaptar a la realidad de cada centro, localidad, ciudad…
Pero luego dices en las oposiciones que no se puede programar todo previamente a vivir con los niños y te cascan un cero.
Vamos con la opinión personal.
Prefiero a todas luces la jornada partida (en Madrid)
Razones pedagógicas: cuento las que veo.
- Jornada más relajada. Tiempos mejor repartidos. Mucho menos estress en los niños (la última hora de cualquier jornada continua viene pareciéndose a un Viernes por la tarde). Más tiempo para cada sesión. Con la sesión de tres cuartos de hora se te queda corto o trabajas a la carrera; los turnos con grupos complicados o desplazamientos de un aula a otra se hacen brevísimos…
Si te apasiona tu trabajo puedes compartir más ratos fuera del aula con tus niños, que en ocasiones educan mucho más que los de clase…
Pero claro, estamos disertando sobre un ideal: que te guste tu trabajo (no, que te apasione), que te preocupen las razones pedagógicas más que las laborales, la comodidad, la cantidad de horas en tu empleo (quien crea que el nuestro es oficio o vocación que rebusque).
Más razones en el próximo comentario, que si no me alargo demasiado.

  • 6 febrero 2011 14:54
    Y 2:
    Razones sociales, sociológicas y psicológicas:
    En el mundo en que vivimos (en el mundo en que vivíamos antes no se planteaban ciertos “derechos laborales” al mismo tiempo que nos aplastan sin esfuerzo otros que fueron mucho más costosos de lograr)(ni se planteaba la necesidad de una jornada reducida para la escuela)niños y niñas (os/as@) reducen su vida a dos realidades. Su casa y su familia y el cole. En su casa se aburren (en su mayoría y en Madrid y sus ciudades satélite, protestan, rompen cosas o ven mucha tele, que es peor). Explico: Hace ya años, niños y niñas teníamos una tercera realidad (al menos fuera de la zona más urbana e industrial de Madrid. La calle.
    Era una realidad no siempre bonita y a veces dura, pero era mucho más real que la virtual de ahora. Allí crecimos, aprendimos normas, nos llevamos broncas de los/as@ vecinos/as@ (impensables ahora) y descubrimos la sociedad. Esa realidad era mucho más importante que el colegio, que por lo general estaba demasiado reglado (las normas de nuestros juegos las discutíamos nosotros/as@, las del cole estaban puestas). Si hubiera existido la jornada continua entonces, habríamos sido aún más felices. Habríamos llegado a casa, comido y ¡a trotar! ah, y los deberes habrían durado menos y sido más provechosos.
    Ahora es en el cole donde, con suerte, que a veces ni eso, el niño juega con otros, corre en un espacio un poco más amplio (el patio, que antes comparábamos con una cárcel, ahora es mucho más amplio que el redil-corral de columpios) discute sus normas grupales, aprende juegos (nadie nos los tuvo que enseñar entonces)…
    El peligro social viene ahora. No hay calle. Si el niño llega a casa a las dos y pico, sin paseo por el parque o compras con mamá (¿a qué prisas, si por la tarde no hay cole?) después de comer, los más afortunados se echan la siesta. Si no, les queda “Sálvame”, “Gran hermano 24 horas” (¿nadie va a recordar a la sociedad de donde viene el nombre “Gran hermano”?, léanse 1984 de George Orwell, si es que aún no lo han leído y tiemblen.), “Teletienda”, “40 latino” y ya ni tan siquiera un canal de noticias que aún no entendían. Eso o marear la perdiz en internet (atentos a la aberración de los “Leañecos”)
    http://www.youtube.com/watch?v=Ny3ElKIX_iw
    O la Play o aburrirse como una ostra.
    Yo iría aún más lejos: En el cole volvería a normalizar las sesiones de una hora y a salir a las cinco o dedicaría la tarde a un solo área experiencial. Cuando he tenido oportunidad de organizar el horario de mi/s@ grupo/s@ en ese sentido lo he hecho y ha funcionado de maravilla.
    Sin entrar en la realidad que al niño le ofrezca la familia- hay familias para todo, como siempre hubo- No existe otra realidad más adecuada a esas horas que la del cole. Otra cosa es que el fallo real no está en el cole si no, también como siempre, en el planteamiento inicial de la educación (y de la sociedad), los currículos fuera de la realidad, la falta de acercamientos prácticos en muchas escuelas, el absurdo sometimiento a los libros de texto, en su mayoría repletos de errores, inconcreciones, planteamientos sesgados… Pero esos ya son motivos para discusiones mucho más duras y farragosas.

  • 6 febrero 2011 15:45
    Y 3: Y sigo luego, después de comer y de un programa de radio en mi jornada partida del Domingo:
    Razones laborales:
    Piedra de toque y si algún/a@ colega lo lee, posible semilla de enfrentamiento dialéctico, pero hay que tenerlo, porque si no los/as@ que no razonan e imponen se impondrán, como siempre a los/as@ que razonaríamos si nos escucharan/leyeran.
    En los últimos años estoy cada vez más contento de ser interino y haber perdido aquella primera oportunidad de “funcionarizarme”.
    He compartido claustros en centros privados (la concertada es privada) públicos, jóvenes, mayores, estables, estancados, activos, “constructivistas”, deconstr.. (ah no, que esos son cocinas), grandes, pequeños, de pueblo, de Madrid, de ciudad satélite, de barrio marginal, humilde, obrero, pobre, rico, con A.P.A.S, A.M.P.A.S, ampas propiamente dichas… de derechas, de izquierdas, sin ideas políticas, sin ideas… de “Giner de los Ríos” de “F.A.P.A” de configuración propia…
    Y a donde quería llegar: De jornada partida, de jornada continua y en proceso de cambio (dato importante) y aquí voy a destapar (bueno, supongo que los/as@ miembros/huyss@ de “Giner” no lo ignoráis).
    Las razones principales que en claustro y/o/aeh aeh petit comiteé defienden los/as@ revolucionarios defensores de la jornada continua…
    Ojo (un poco de tensión escénica…) actualmente trabajo en un centro de jornada continua (no hace falta que investiguéis) y estoy muy contento porque el centro funciona muy bien, pero es que el centro que funciona bien, funciona bien y el que funciona mal lo hace independientemente de la jornada de trabajo.
    Eso sí, presiento que si este centro funcionara en jornada partida, seria muchísimo mejor.
    Sí, es más cómodo llegar a casa pronto (según, algunos nos “comemos” la hora de la comida en el camino; Las dos tardes de trabajo (si quieres) cunden mucho más que las exclusivas del mediodía; descansas más de los niños; y quizá, te llevas menos trabajo a casa. Recordemos que en nuestros horario, que no es de 25 horas (las lectivas) ni de 30 (las exclusivas) ni de 35 (las de la comida) hay estipuladas 5 horas de trabajo en casa (o sea 40, como cualquiera que no tenga trabajo basura en negro con abuso laboral patente) y que quienes lo consideramos oficio y vocación nos llevamos el trabajo a casa aunque no queramos.
    Venga, a lo que íbamos. He oído el razonamiento muchas veces y he asistido a votaciones para implantar la jornada continua o el “bilingüismo”, por desgracia en rotunda minoría. El razonamiento para defender la continua siempre es: “Jo ¡Qué gozada, llegas a casa a las dos y pico (tú que vives cerca, muchos llegan a las tres y pico con el buche hueco o, si paran a comer a la misma hora que antes) y algunos (hay está la diferencia entre maestros/as@ y profesores/as@) añaden: “y te olvidas”.
    Y a la hora de las votaciones, las únicas personas que aluden a razones pedagógicas son las defensoras de la jornada partida, las demás solo quieren salir antes, en apariencia “currar menos” (lo mismo, en ambas jornadas quien curra más curra más y quien curra menos, curra menos) y, en los peores de los casos, devolvérselos a sus madres/padres@ antes y que les atiendan ellos/as@.
    Por el lado de las familias, tampoco os librais de la quema. La mayoría de los/as@ electores/as@ de la jornada continua están supeditados a jornadas laborales o condiciones que hacen más fácil recogerles a las dos, ahorrarse el comedor, no tener que volver a traerles y recogerles por la tarde o dejarle en casa de la abuela hasta que lleguemos. Con suerte, la abuela no se traga el “Sálvame” ni ve a jovenzuelos/as@ desocupados/as@ rascándose la barriga u otras cosas en sofá, ve la telenovela.
    Razones pedagógicas pocas veces he escuchado a no ser que tengáis más tiempo para poneros a hacer los deberes con ellos/as@ (¡Qué en caso de que “haigan” los tienen que hacer ellos/as@ solitos/as@!)
    Las únicas buenas razones para sacarlos antes son estar más tiempo con ellos/as@, si no, olvidad otras razones.

  • 6 febrero 2011 18:30
    Y ahora vamos a la otra experiencia.
    Fui maestro de escuela libre. Dábamos clase de 10 a 14 horas.
    Y ya está.
    Teníamos muy claro que era la mejor jornada para niños y niñas. Dormían bien, venían con ganas, a veces nos despertaban a los maestros y generalmente curraban como enanos y aprovechaban cada segundo de escuela. Se decidió esto cuando la gente que gestionaba la escuela se dió cuenta precisamente de lo que se discute en este foro. De nueve a diez los niños(y niñas) no rendían y después de comer no querían volver a la escuela.
    Ahora bien: Vivíamos en una aldea sin carretera; padres y madres nos demandaban que hiciéramos como en “Summerhill” (siempre tan realistas); Los/as@ niños/as@ querían aprenderlo todo (nos reclamaban escuela de ciudad con sus libros, horarios, reivindicativos/as@ ellos/as@); por la tarde iban a la huerta, ayudaban en casa, montaban a caballo, participaban en fiestas o corrían por el monte. A veces venían a casa y nos pedían deberes para reafirmar algún aprendizaje, o para jugar al rol (eso tan monstruoso que no podemos hacer para enseñar Historia, Inglés, alternativa (valores) o simplemente para enseñarles a pensar y trabajar en grupo (“si no llegas a un acuerdo con tus compañeros/as@ de aventura sale un monstruo y lo mismo pierdes tres puntos de vida”)…
    Claro, se daban condiciones idílicas. En algunos pueblos o ciudades de algunas provincias, puede que aún se viva tan a gusto como para instaurar una jornada continua que no nos estrese a niños/as@ y profes/as@, se podrá seguir jugando en la calle, hacer cosas prácticas a la salida del cole, jugar y pelearse con los/as@ amigos/as@, descubrir, en general, vivir en particular. En Madrid no.
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